martes, 28 de agosto de 2007

Mi alma.

Se apago su luz. Se fue. No volverá. Son tópicos que expresamos cuando alguien se va. Nos deja. Nuestra vida continua, pero algo se nos va, por muy poco que sea, algo nos falta.
Cada uno de nosotros expresa sus sentimientos de una manera distinta, a cada uno la perdida de un ser querido, de un conocido o de algún famoso que vemos en televisión, personaje histórico o como en este caso un futbolista nos marca, cambia algo en nuestra alma. Digo en nuestra alma porque no se como expresar el sentimiento dentro de mi cuerpo, ¿mi cerebro?, me parece algo tan abstracto, tan, nose, prefiero pensar que ese sentimiento, ese algo que me falta esta en mi alma, en mi yo.
La muerte de Puerta, como sucede con la muerte en general, abre una herida que solo el tiempo puede curar, aunque puede que siempre permanezca abierta. Algunos pronto olvidaran. Otros no. Lo que si es cierto, es que en la vida nadie es sustituible, puede que en el fútbol puede sustituir a alguien en un puesto, pero en la vida, nadie es reemplazable. ¡Nadie!
Cada uno de nosotros, seres que poblamos este mundo, a veces hostil, a veces duro, otras veces apacible y amable. ¡Cada uno de nosotros somos únicos! Cada uno. Todos somos distintos, nadie es igual que otro, esa es la riqueza del ser humano. Algunos alegaran que los animales también son únicos, no existe ninguno igual. Yo respondo que lo que yo llamo alma, lo que entiendo como sentimiento y no como ese cerebro abstracto, esa alma que cuando alguien nos deja, pierde algo. Un algo. No puedo explicarlo. Pero se que no esta ahí, algo falta. Esa es la diferencia con los animales. Esa es la diferencia en porque somos únicos. Esa es la diferencia en porque, solo el tiempo, y muy pocas veces, consigue curar esas heridas del alma.
Cuando alguien desaparece se puede abrir una pequeña brecha o un gran abismo en nuestra alma. Para algunos cerrarlo será imposible. Podemos ser recordados para toda la Historia, ser recordados en libros, videos o monumentos. Otros serán olvidados en momentos, unos segundos después de desaparecer, la mayoría de las personas no lo recordaremos o simplemente no tendremos conciencia de que existió y nos dejo. Pero lo que es cierto, y es innegable es que se ira una persona única e irrepetible, se ira con sus sueños, con sus temores, con sus alegrías y sus cosas.
Intentar explicar la muerte no tiene sentido, cuando llegue, ¡nada!, por desgracia, conseguirá cambiar la situación. Lo único que nos queda es quedarnos con los momentos, sobre todo los buenos. Recordar para que no caiga en el olvido. Aprovechar nuestro don, nuestra autenticidad, nuestra singularidad, vivirla y compartir con nuestros familiares, amigos y otros el precioso tiempo que se nos ha dado.
El deseo que tengo es ser recordado, estar presente en las almas de otros cuando la mía experimente lo ultimo, el fin.

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